Tuesday, February 08, 2011

Aristegui,

Siempre he encontrado deleznable los intentos de regular los contenidos mediáticos. Como un firme creyente de la libertad de expresión, me parece desagradable mucha de la oferta de los medios masivos de comunicación. Sin embargo, nunca he apoyado las campañas para cancelar tal o cual programa; en cierta forma los formatos obedecen a la demanda e intereses de los consumidores. La presencia de intransigentes, intolerantes, lerdos, indecorosos, aburridos, y demás fauna en los espacios públicos, es resultado de una patológica incapacidad mexicana para apagar la radio o la tele.
Es por eso que nunca me ha incomodado en sobremanera que la radio esté polulada de decerebrados, mentirosos y estafadores. Pensaba que en un país con libertad de expresión, el precio a pagar por medios sin compromisos insanos era una natural tendencia a promocionar contenidos ligeros en busca de ganancias atractivas. Cada espacio tiene una audiencia, pensaba.
Lo que durante el puente hizo MVS me ha convencido que la libertad de expresión es una ilusión en México. Los medios siguen supeditados ya sea de manera explícita, implícita, voluntaria o involutariamente, al gobierno, y otros poderes fácticos. Siguen arrastrando su reputación en busca del favor del poderoso; siguen eligiendo portavoces en base a su adhesión al status quo; siguen prefiriendo el repudio de la gente sobre la animadversión de unos cuantos facinerosos.
Qué triste me siento por ver a Carmén Aristegui fuera una vez más. Más triste me siento por la enferma satisfacción que seguramente ahora sienten en presidencia de la República. Más tristeza siento aún por MVS y el código de ética que han violentado, al supuestamente defenderlo.

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