Tuesday, August 15, 2006

Globalización y pobreza

Sólo conozco un tema que es tan controversial como el debate científico sobre el calentamiento global: los costos y beneficios de la globalización. Todos tenemos ideas muy firmes sobre sus efectos en la pobreza y la desigualdad y muy poca gente no está interesada en la mejoría de los desheredados del mundo. La prensa económica, los organismos económicos internacionales, los empresarios y la mayoría de los gobiernos occidentales afirman que el libre mercado amplía las perspectivas de los pobres; esta visión es compartida por el estrato más alto de la sociedad, mientras que activistas y académicos de otros ámbitos sustentan con mucha convicción lo contrario. Sin embargo, la robustez de las convicciones de alguien suele estar en proporción inversa al número de pruebas objetivas, sólidas, que conoce.
La expansión del comercio y las inversiones extranjeras (panacea que proponen la mayoría de los gobiernos conservadores para resolver los problemas de miseria) parecen tener muy poco efecto en la disminución de la pobreza. Antes de 1949, los pobres de EEUU, India, Inglaterra o México vivían más o menos igual. Al término de la Segunda Guerra Mundial, la mayoría de los países en vías de desarrollo en África, Asia y Latinoamérica se aislaron económicamente. A partir de 1980, la mayoría ha abierto sus mercados. Esos cambios han causado mucho sufrimiento a los pobres de los países en vías de desarrollo, pero también hubo países que supieron aprovechar estas coyunturas (China y Corea del Sur son los mejores ejemplos).
Las razones a favor del liberalismo económico se basan en el principio añejo de las ventajas relativas: la idea de que a los países les va mejor económicamente cuando exportan los bienes que mejor producen e importan lo demás. A principios del siglo XIX, David Ricardo llega Ministro de Gran Bretaña e impone el libre mercado con la idea de que llevaría prosperidad y riqueza a toda Inglaterra. La realidad fue otra, los monopolios crecieron espectacularmente y aplastan a los productores pequeños. El sistema destruye zonas productivas, hay hambre, desempleo, protestas y caos social. Luego de esa experiencia, ningún país trata de imponer el liberalismo económico por décadas. Sin embargo, el libre comercio se sigue expandiendo por el mundo. Los economistas mantienen enormes discrepancias acerca de los beneficios potenciales y los costos reales derivados del comercio y acerca de la importancia de la protección social para los pobres. Los librecambistas creen que la marea en ascenso de las inversiones y la especialización internacionales pondrán a todos a flote. Otros no son tan optimistas, señalan que gran parte de las poblaciones pobres carecen de la capacidad de adaptación, equipamiento y reubicación requeridas. Lo que dicen estos economistas es que la globalización hace más ricos a los ricos y más pobres a los pobres, los proglobalizadores aseveran que ayuda a los pobres.
La realidad es muy diferente. Según cifras del Banco Mundial, en América Latina:
-En 1986, viven con menos de 2 dólares diarios 137 millones 500 mil personas (33.75% de la población). En 1998, son 179 millones 800 mil (35.8% de la población)
-En 1986, viven con menos de un dólar diario 54 millones 200 mil (13.3% de la población). En 1998 son 178 millones (15.55% de la población).

*Otros organismos lanzan cifran todavía más alarmantes.

Según el Banco Internacional de Desarrollo, la riqueza en América Latina está dividida de manera muy desigual: 10% de los latinoamericanos más ricos ganan 84 veces lo que ganan el 19% de los latinoamericanos más pobres.
La situación de los niños es todavía peor, en el 2001:
-58% vive en la miseria.
-1 de cada tres sufre de desnutrición.
-30% de los hogares son de madres solteras.
-Se desconoce el número de niños que viven en la calle o en desamparo total.
Entre 1960 y 1980 el número de pobres es fijo: 30 millones. Para 1998, 43 millones 430 mil (43% de la población) vive con menos de dos dólares diarios y 18 millones 180 mil viven con menos de un dólar diario. Con el agravante que un dólar compra más en 1980 que en 1998. Según otras fuentes, es mucho peor. Mientras que 37 empresas controlan 25% de lo que produce México, 70% de la población se reparte un tercio de la riqueza nacional.
Según el gobierno mexicano:
-43% de los niños menores de 5 años viven en la pobreza o en la miseria.
-30% de los niños menores de 5 años están desnutridos.
-Prácticamente todos los hogares rurales viven en la pobreza o en la miseria.
-14% de los hogares no tienen agua potable.
-9 de cada 10 hogares indígenas viven en pobreza extrema.
*Otras fuentes dicen que es mucho peor.
Sin embargo, la pobreza ha retrocedido en China, India, Corea, Indonesia y en general en todo el sudeste asiático. Entre 1981 y 2001 el porcentaje de población rural que vivía con menos de un dólar diario decreció del 79 al 27 por ciento en China, del 63 al 42 en India y del 55 al 11 en Indonesia.
Aunque los más pobres no estén en general empobreciéndose más nadie ha demostrado que la mejora se deba a la globalización. En China, la reducción de la pobreza podría deberse a factores internos como la expansión de la infraestructura (carreteras, puentes, trenes bala), la masiva reforma agraria de 1978 y un largo etc. Análogamente, la reducción de la pobreza en India se atribuye a la propagación de la Revolución Verde en la agricultura, a los programas oficiales contra la pobreza y los movimientos sociales, más que a la liberación del comercio. En Indonesia, la estabilización en los precios del arroz y la inversión en infraestructura rural desempeñaron un papel determinante. Desde luego, la globalización ha contribuido pero sólo es uno de muchos factores.
Los que somos escépticos a los beneficios del liberalismo económico señalamos que la pobreza del África subsahariana se mantiene tercamente alta.
Por suerte, los dos bandos del debate llegan a un acuerdo lentamente. Según muchos economistas, para que un país progrese con el liberalismo económico el gobierno debería redistribuir el patrimonio y las rentas de modo que los ganadores de la política de apertura compartieran sus ganancias con los perdedores. Ciertos programas suscitan poca controversia, tales como los que ayudan a los trabajadores a capacitarse, las becas que facilitan la escolarización de los niños pobres, las pensiones a grupos históricamente desprotegidos como madres solteras, discapacitados y ancianos (por lo menos no causan controversia en países industrializados, que no en México, como recientemente constatamos).
Los radicalismos no son buenos para combatir la pobreza. La globalización no es veneno ni panacea para el progreso de un país. Hay que apreciar la complejidad y la variedad de factores involucrados. Políticas públicas de corte socialista con políticas internacionales globalifílicas podrían ser más fructíferas que los simplismos del “ciudadano fuerte” (por no decir “anarcocapitalista fuerte”) que enarbola la derecha en muchos países del mundo.

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