Wednesday, November 08, 2006

Mariposas Volar

Estaba pendiente de los movimientos de diferentes personas, escuchando al fondo las conversaciones ocasionales que sostenían unos y otros, suspirando por la distancia existente con uno, no sólo física... una distancia necesaria al parecer. Tejía a gancho una que otra telaraña en la cabeza, con el té verde enlatado y frío en la mano, lo fui a comprar en cuanto regresé de la mañana de pintar, cortar y pegar, y ante la tremenda cruda que me acosaba. Estaba tirada a la sombra de un árbol de tronco esbelto y alto, con el cabello suelto sobra la hierba aún húmeda a pesar de ser ya el mediodía.



No recuerdo en qué momento fue, sólo sé que giré la cabeza y mis ojos se abrieron grandes y una sonrisa se le escapó a mi corazón. Eran tantas. De uno a otro alcanfor, entre ese árbol chaparrito que tiene flores que parecen motitas de algodón, por encima de nosotros, atrás de los que se paraban en frente de mí. Volaban, como vuelan las mariposas, con gran esfuerzo, luchando y dejándose llevar a la vez por la más leve de las corrientes de aire que se cruzan en su volar. Todo parece tan diferente cuando se está rodeado de mariposas. Es casi tan extraordinario como cuando se sienten dentro revolotear; hace tiempo que no las siento haciendo ese tipo de maravillosos estragos dentro de mí, pero vale igual el instante de magia de verlas volar por fuera.



TWO butterflies went out at noon

And waltzed above a stream,

Then stepped straight through the firmament

And rested on a beam;



And then together bore away

Upon a shining sea,—

Though never yet, in any port,

Their coming mentioned be.



If spoken by the distant bird,

If met in ether sea

By frigate or by merchantman,

Report was not to me.


Poema de Emily Dickinson

Me tiré abajo de las copas de los árboles a ver volar mariposas, y aunque lo quise compartir con alguien, no hubo la disposición. Ni modo, supongo que lo que a unos nos puede parecer mágico y único, a otros no.. y muy respetable. Por eso lo comparto hoy con ustedes.

Lauris, fue esto en el parque de Carretas, en la última curva.
Te aviso entonces, que en el parque frente a tu casa, cientos de mariposas vuelan de árbol en árbol; les pregunté por ti, y por su vuelo que aunque cansado no deja de ser ligero y libre, sé que estás bien. Como ellas Laura, sólo es cosa de entrenar bien las alas.

Hoy la secretaria del director de mi escuela me dijo “¿Ya viste que ya llegaron las monarca?” Recordé entonces ese mediodía; sin responderle aún, me dijo, señalando un jardín escondido atrás de la biblioteca “por ahí está lleno de mariposas”. Creo que las mariposas no suelen salir a volar de noche, así que mañana, me iré a tirar al pasto y ver mariposas volar.

Si se encuentran con una mariposa volando por su camino, o ella las encuentra a ustedes, no se acuerden de nadie ni de nada, acuérdense de de la magia y la sorpresa que engloba ver mariposas volar. Acuérdense que fragilidad no nos descalifica, que fuerte no implica grandeza, y que las alas no tienen necesariamente que ser grandes y emplumadas.

Y al contrario de las mariposas de Emily Dickinson, espero yo sí tener reportes de a dónde van ustedes después de bailar vals y recorrer firmamentos. Les mando un abrazo, estén donde estén.

-Colaboración de Alba Inés Sánchez-

1 comment:

Ing. Priscila Sandoval said...

si, ya lo leí, nos lo mando por correo, y yo insisto en q deberia d tener un blog, cuando la niña se inspira puede alcanzar una belleza inigualable con las palabras, ya se q no es tu blog amiga, pero te quiero mucho...

saludos y besos a todos los lectores de este blog