Tuesday, January 02, 2007

El "síndrome Marlboro"

Detrás de la Noticia
Ricardo Rocha
18 de diciembre de 2006


Nunca falla. Puede usted ponerlo a prueba una y otra vez. Pregunte en alguna de estas reuniones familiares o de oficina a todos los comensales congregados a la mesa. La votación siempre será mayoritaria: ¿Cuáles creen que son los cigarros de mayor venta en México? ¡Ah, pues los Marlboro!

Y es que me atrevo a afirmar que ustedes que me leen o me escuchan son -en su gran mayoría- de clase media o alrededores. De tal suerte, nuestra percepción favorece a esta marca, aunque no ignoramos la existencia de otras más baratas en el mercado. Pero el síndrome Marlboro se acentúa notablemente en las clases media-alta y alta: los que cambian de coche mínimo cada dos modelos; que gozan de membresía en algún gym de catego; que se echan un viajecito -Las Vegas, mínimo- más o menos cada año; que cuentan por lo menos con un par de restaurantes donde los reconocen en la entrada; que -por supuesto- tienen una buena chamba en el gobierno, la IP o ya de perdis la banca o alguna casa de bolsa; los que se sienten privilegiados si El Divino o Cabal Peniche los saludan aunque sea de lejecitos; los que ya la hicieron si alguien del gobierno entrante les echa un lazo aunque sea a través de interpósita persona.

Bueno, en estos predestinados el síndrome Marlboro -ya de por sí enfermizo- se manifiesta crónicamente. Es muy simple: no más no pueden concebir que alguien pueda fumar otra cosa; en todo caso unos Camel o ya te vas para arriba con unos Virginia Slims para las chavas o unos Dunhill para los hombres.

Lo malo para unos y otros es que el mundo Marlboro no es como lo perciben. Si bien es el cigarro de mayor venta -tiene 27% del mercado en sus diversas modalidades-, no es de ninguna manera el único. Resulta que hay muchas otras marcas que dominan en otros segmentos de la población y que suman mayoría en siete de cada 10 mexicanos, es decir, 70% de la población que no vive en el Marlboro Country. Ahí les van algunas de las más populares: Baronet, Broadway, Dalton, Montana, Fiesta, Del Prado, Boots, Elegantes, Argentinos y los inigualables y mexicanísimos Delicados. La mayoría absolutamente desconocidas para los privilegiados.

Pero lo más grave es que ese 30% de suertudos no sólo no miran jamás sino difícilmente voltean a ver a esa contundente mayoría. Apenas conocen al resto del país: México visto desde las ventanillas de jets privados y aviones comerciales; la nación dirimida en salas de juntas, una pantalla de internet o en el mejor de los casos un antro de moda. Cuántos de los que padecen el síndrome Marlboro se han subido alguna vez al Metro. Cuántos saben en qué consiste una ONG. ¿Alguno habrá participado en una manifestación popular? ¿Hay quienes desde esas alturas socioeconómicas se hayan atrevido a conocer y caminar esos molestos cinturones de miseria que sólo se ven al despegar o aterrizar? O que se hayan detenido -aunque sea por curiosidad- una sola vez a conocer un pueblo o ranchería entre dos ciudades de las que sí valen la pena. Quién le ha visto el rostro a la miseria. No.

En definitiva el síndrome Marlboro ejemplifica la coexistencia de estos dos Méxicos paralelos pero distantes y distintos el uno del otro. Dos realidades brutalmente opuestas que se vieron las caras -y a veces también las fauces- en la elección presidencial de este 2006. Dos países diferentes. Casi dos planetas diversos. Que siguen sin escucharse a pesar de un lenguaje común.

Y es que va más allá de eso. Se trata de un desentendimiento profundo entre ambas concepciones del mundo y el país. De dos maneras de vivir la vida entre quienes tienen mucho y sus comparsas que ahí la llevan frente a quienes tienen muy poco, y aun teniendo cargan con la pesada cruz de un México profundamente injusto y frecuentemente violento. La nación, de tan confrontada en estos largos meses de odio y amenazas, se encuentra también dividida y rabiosa. Ojerosa y cansada. Exhausta y a punto del colapso. Menos mal que ya termina este año fatídico para la convivencia. Un lapso que habrá de quedar marcado por la injuria, la diatriba y la intolerancia.

Un año en que aquellos de los Faros, los Carmencitas, los Alas y los Tigres -que a veces rugen- estuvieron a punto de lograrlo.

P. D. Gracias Juan Ramón de la Fuente por defendernos a todos. Los dejo descansar. Espero reencontrarnos el lunes 8. ¡Felicidades!

ddn_rocha@hotmail.com

No comments: