Este escrito nos demuestra el nulo interés que tienen los dueños de las televisoras por decir la VERDAD. Entendámoslo, los programas televisivos, incluyendo los NOTICIEROS, SON UN NEGOCIO. Los dueños del dinero son capaces de vender a sus propias madres o mostrarnos como legítimo a un personaje que llegó al poder por medio del chantaje, el miedo y el fraude, pisoteando a las instituciones y a la democracia, con el único fin de seguir enriqueciéndose.
Antonio Jáquez
Revista Proceso
En junio de 2001, el presidente Vicente Fox viajó a varios países asiáticos, junto con Marta Sahagún y una comitiva selecta. Para algunos de los viajeros, la gira fue como una luna de miel anticipada, en más de un sentido. Fox tuvo, por ejemplo, prolongadas encerronas con Emilio Azcárraga Jean y Bernardo Gómez a las que asistió la que entonces aparecía como su vocera–, tras las cuales se llegó al acuerdo tajante de rechazar, durante su sexenio, una tercera cadena de televisión. El pacto secreto es revelado hoy por Jorge Castañeda, quien asistió a la gira en calidad de canciller y quien en esos tiempos era parte del círculo íntimo del poder…
En junio de 2001, a unos meses de su arribo a Los Pinos, Vicente Fox pactó con Emilio Azcárraga Jean y Bernardo Gómez, directivos de Televisa, cerrarle el paso a una tercera cadena televisiva nacional a cambio de que lo trataran bien en los noticiarios del consorcio, sobre todo en los nocturnos.
Presumiblemente, el acuerdo se amarró durante la gira de Fox por territorio asiático, la primera que hizo como jefe de Estado durante su mandato, según revela Jorge Castañeda, quien se desempeñaba entonces como canciller y había sido uno de los estrategas de la campaña presidencial del candidato de Alianza por el Cambio.
“Es lo que llamo el pacto de Beijing”, dice Castañeda, a quien Azcárraga y Gómez le contaron los motivos que los llevaron a buscar el apoyo de Fox para bloquear la apertura de otra cadena televisiva.
Fuera del poder, Castañeda se dedica ahora a impartir cursos en la Universidad de Nueva York, así como conferencias en foros extranjeros y nacionales y a escribir artículos para publicaciones como The New York Times y Newsweek. Actualmente está escribiendo un libro sobre un tema que aún no quiere divulgar. Entrevistado durante sus vacaciones de fin de año, cuenta a Proceso los antecedentes del pacto entre los televisos y Fox:
Un mes antes de aquel viaje, dice, Bernardo Gómez lo invitó a tomar un café a Televisa. Ahí le comentó que la cadena de televisión china, CCTV, le daría un premio a Televisa, por lo cual le pedían al entonces canciller que los incorporara a la comitiva. Gómez le pidió también abrir un espacio en Beijing a Fox para que asistiera al evento en el que Azcárraga recibiría ese premio. Le platicó así mismo acerca de su interés por el mercado chino, en el que el consorcio televisivo ya había incursionado con dos telenovelas.
–¿Por qué se lo pidieron a usted? ¿Por qué no directamente a la vocera del presidente, Marta Sahagún? –se le pregunta.
–En principio yo organizaba los viajes. Había siempre una atención con Economía y Presidencia a propósito de los invitados. Yo organizaba la gira, pero Economía invitaba a los empresarios, Comunicación Social a los medios, Presidencia a los intelectuales, nos teníamos que coordinar. Los primeros meses lo hacía yo, pero después cada quien empezó a hacer lo que le correspondía. En ese viaje fueron muchos empresarios… fueron Bernardo Gómez, Emilio Azcárraga, Isaac Saba y Jorge Mendoza, en representación de Ricardo Salinas (de TV Azteca). También fue Claudio X. González. De los medios fueron Pedro Ferriz, Eduardo Ruiz Healy y Adela Micha.
La petición de Gómez “no me pareció fuera de lugar –prosigue Castañeda–, me pareció justificada”; le dije: “No veo ningún problema en organizar el evento, es cosa de ver los horarios y hacer los ajustes necesarios”.
Acota: “Obviamente yo no me hacía guaje, sabía muy bien que ellos ya lo tenían amarrado con Marta, quien todavía no se casaba con Fox y aún fungía como coordinadora de Comunicación Social. La relación de Marta con los televisos se fortaleció en los meses de transición, pues durante la campaña hubo cierta tensión.”
El pretexto
De acuerdo con la versión de Castañeda, la ceremonia de premiación a Televisa en Beijing resultó “un evento de pacotilla. No hubo realmente premio, no estuvo ningún alto funcionario del gobierno chino, ni siquiera estaba el presidente de CCTV; en el fondo el evento sirvió sólo para que cantara Pablo Montero. No tuvo mayor chiste. Si el evento no era el motivo, entonces cuál era”, se pregunta el excanciller.
Y se responde: “Durante los trayectos del viaje, que compartí con todos, en particular los tramos Corea-Tokio, Tokio-Beijing, me di cuenta de que tanto Emilio Azcárraga como Bernardo Gómez traían una agenda con el presidente y con su directora de Comunicación Social. Los cuatro personajes platicaron por horas a solas. No tuve acceso a esas conversaciones, pero tanto Emilio como Bernardo me comentaron la agenda que traían con el presidente. No lo adiviné, no lo intuí, no lo inventé, ellos me lo dijeron: su agenda era que no hubiera una tercera cadena de televisión durante el sexenio de Fox”.
Y habla enseguida de los argumentos que le dieron Azcárraga y Gómez para oponerse a la creación de otra cadena televisiva: “No eran absurdos, fueron preparados muy cuidadosamente antes del viaje por un alto exfuncionario del gobierno de Zedillo, cuyo nombre no me corresponde a mí divulgar”.
(El personaje en cuestión es Liébano Sáenz, cuyas relaciones con los directivos actuales de Televisa datan de sus gestiones como secretario particular de Zedillo para allanarle el camino a Azcárraga Jean tras la muerte de su padre, según se desprende del libro de Sam Dillon y Julia Preston, Opening Mexico.)
Los argumentos eran básicamente de dos tipos, puntualiza el entrevistado: estratégicos –de fondo– y de conveniencia política. Dice que los de fondo eran: si el pastel publicitario llegó ya a su techo, no va a crecer en los próximos años; al no crecer, si se hace una tercera cadena o incluso una cuarta o quinta, le va a quitar tajadas del pastel a las dos existentes. Es decir, el mismo pastel tendrá que repartirse entre más. Y eso inevitablemente va a debilitar a las dos existentes, sobre todo a Televisa en sus intentos por entrar al mercado estadunidense, que es el mercado publicitario en español que sí está creciendo.
“Lo que a mí me decían es que no le conviene al gobierno ni a Televisa ni al país que haya una tercera cadena, porque eso va a debilitar a las dos televisoras nacionales, va a dificultarles el ingreso a Estados Unidos porque van a contar con menos recursos y van a tener menor presencia allá; y eso, decían, va a ir en detrimento del acuerdo migratorio, de los vínculos entre los paisanos y sus comunidades en México. No sé si todo eso sea cierto, pero sonaba sensato, lógico”, dice Castañeda.
El segundo argumento –añade– era eminentemente político: de haber más cadenas de televisión, inevitablemente se caracterizarían, sobre todo al principio, por sus noticiarios, que no son necesariamente los programas de mayor rating, pero sí los de mayor identificación. El conductor de un noticiario puede ser la imagen de una televisora, como lo fue Jacobo Zabludovsky durante 25 años, aunque su programa no era el de mayor audiencia. Y como estos nuevos noticiarios iban a tener que conquistar espacios, pues una de dos: o golpeaban al gobierno, para abrirse paso, o bien iban a ser muy gobiernistas, lo que, en cualquier caso, obligaría a Televisa a que sus noticiarios fueran cada vez más críticos.
Castañeda prosigue: “Los noticiarios críticos (alegaban Azcárraga y Gómez en las prolongadas reuniones con Fox y Marta) no le convenían al gobierno; a éste le convenía mucho más el status quo, es decir entenderse con las dos cadenas y sus noticiarios, como había ocurrido siempre. Una tercera cadena, decían, abriría una caja de Pandora. Este argumento era también fuerte, aunque, para mí, menos aceptable que el de tipo económico. Me pidieron que los ayudara a convencer a Fox y les dije que si se daba la oportunidad lo haría, pero que realmente era un ámbito en el que el presidente no me hacía ningún caso. Yo me hice guaje y no me metí en eso. No veía mal sus argumentos desde esa perspectiva”.
Sin embargo, desde otra perspectiva, “por supuesto que sí lo veía mal –confiesa el entrevistado–. Eso iba a fortalecer a los monopolios en México, iba a fortalecer el corporativismo y, finalmente, a debilitar al Estado. El gran drama que ya estábamos viviendo en esos meses, y que se había vivido en los sexenios de Salinas y Zedillo, es que conforme se privatizaban los monopolios públicos y se iba desregulando la economía, se mantenía intacto el corporativismo económico, sindical, político, intelectual”.
“En suma, el Estado perdía peso frente a todos esos monopolios. El Estado era cada vez más cautivo de estos monopolios. Si antes el Estado le imponía a Televisa, ahora Televisa le imponía al Estado, por dar un ejemplo.”
–Es evidente que la solicitud de Televisa fue atendida por Fox durante su sexenio –se le pregunta a Castañeda.
–Creo que hubo un pacto de Beijing, porque, en efecto, no hubo tercera cadena durante el sexenio de Fox. Sé que en algún momento se consideró la posibilidad de una tercera cadena, pero por una serie de razones técnicas, que creo que no eran las verdaderas, no se hizo. Hasta al final del sexenio, don Isaac Saba, a través de X-Tra, en asociación con Telemundo-NBC, solicitó formalmente una concesión. El presidente de la NBC se entrevistó con Fox en Nueva York, en septiembre último, para decirle que esperaba que les dieran la licencia. Fox les dijo que ya no será un asunto suyo. Sabemos, pues, que lo planteó Televisa; sabemos que no hubo tercera cadena, y sabemos que técnicamente sí es factible que haya una tercera cadena. Por tanto, no puedo más que concluir que hubo ese pacto de Beijing.
–¿Cree que el gobierno de Calderón facilitará la operación de otras cadenas de televisión?
–La posición del nuevo secretario de Comunicaciones y Transportes, Luis Téllez, funcionario capaz y buen amigo, ha sido ambigua. Por un lado, se dice que no va a haber una tercera cadena pero que sí se van a permitir canales locales y que se puede construir a través de estos canales locales una cadena nacional. Eso es lo que se suele decir. Lo que hay que ver con mucha claridad es el interés antimonopólico del país; por otro lado (debe evaluarse) la conveniencia o no de intentar llevar a cabo cualquier proyecto de este tipo. El interés del país es que haya una tercera y una cuarta y una quinta (televisora), y por cierto una de ellas puede ser pública, podría ser la fusión de (los canales) 11 y el 22 que Fox contempló y que finalmente decidió no hacer, por razones legales, válidas, no absurdas.
Abunda: “Es muy difícil competir contra dos empresas del tamaño de Televisa y TV Azteca y con las sinergias que ambas tienen –en particular TV Azteca, que posee un banco, tiene a Electra– y abrirse camino con una tercera cadena que realmente comparta, como sucedió en Estados Unidos, si no se hace con empresarios nacionales fuertes e internacionales. Se necesita mucho dinero para entrar el mercado publicitario, para jalar talento, para jalar artistas, para jalar noticiarios y público. No es enchílame otra, es muy difícil. Estamos hablando de miles de millones de dólares”.
Se necesita, afirma, “alguien como Isaac Saba, que probablemente sea el hombre más próspero de la comunidad judía en México, y se necesita alguna asociación con algún tipo de cadena extranjera que traiga contenidos, traiga tecnología, traiga experiencia. No tiene que ser estadunidense, o alemana, o española, puede ser brasileña. Pero ese es el interés del país: que haya competencia; y para que haya competencia tiene que haber mexicanos con muchos recursos y algún extranjero con contenidos y recursos también”.
–¿Por qué es importante que haya una tercera o cuarta cadena y cómo pudo el gobierno que enarboló la bandera del cambio plegarse a los deseos de Televisa de bloquear esa posibilidad?
–El caso de la televisión es emblemático. Es quizás el monopolio al que se enfrenta más directamente la gente en todo el país. Todo el mundo ve televisión, México tiene una penetración televisiva de 95% en los hogares y todo mundo ve el canal 2. O sea, en México hay dos televisiones: el canal 2 y los demás. Como también es emblemático el caso de Telmex, gracias al extraordinario talento empresarial del ingeniero Slim, por la enorme cantidad de recursos que maneja, dentro y fuera de México. Es como la ATT (American Telegraph & Telephone) de hace 30 años o como la Renault en Francia en 1945. Qué bueno que haya grandes empresarios con el talento de la dinastía Azcárraga, incluido Azcárraga Jean, pero ojalá también existieran los instrumentos normativos que en otros países han llevado a regular las grandes empresas, o a desintegrarlas, o a imponer competencia, según el caso.
“¿Por qué Fox no lo hizo en el caso de la televisión? Probablemente porque era un presidente extraordinariamente sensible a su popularidad y a sus encuestas y creyó, con algo de razón, que era imposible estar bien en las encuestas si lo golpeaban los noticiarios de la noche –los de la mañana no le importaban mucho, sino los de la noche, en Televisa y en TV Azteca, es decir Joaquín López Dóriga y Javier Alatorre. Y que si el precio a pagar para mantenerlos neutros o aliados era que no hubiera una tercera cadena, pues se pagaría el precio. No se puede hacer todo en un sexenio, diría Fox. Ahí está la historia para juzgar si fue o no atinado. Lo que podemos retomar de esa actitud de Fox, de ser cierta, es que seguramente será un factor que cuente en la decisión de Calderón, porque sabe que si abre le va a ir como a Isaac Saba. No hay ninguna razón para pensar que Televisa y TV Azteca traten mejor al gobierno, si permite la tercera cadena, de lo que están tratando a Isaac Saba que sólo la quiere”, concluye Castañeda, en referencia a la campaña feroz del duopolio televisivo contra el empresario por supuestos abusos en su negocio farmacéutico.
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